La obesidad infantil es uno de los mayores problemas del siglo XXI. Afecta a 42 millones de niños en todo el mundo, centrados principalmente en los países desarrollados.
¿ Qué riesgos conlleva ?
Los niños obesos o con sobrepeso tienen una probabilidad muy alta de seguirlo siendo en la edad adulta. Por consiguiente, serán propensos a desarrollar a edades tempranas enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos del sistema músculo-esquelético, cáncer, etc.
Por lo tanto, el prevenir y educar a la sociedad actual, tanto padres como a los propios niños, es una prioridad imperante si queremos ver a las futuras generaciones sanas.
¿ Cuáles son las causas ?
La principal causa de obesidad infantil reside en el desequilibrio que existe entre la ingesta calórica y el gasto calórico. El cambio dietético a nivel mundial ha incrementado la cantidad de alimentos hipercalóricos, con un contenido en azucares y grasas desmesurado y, por el contrario, con unas carencias nutritivas en las que las vitaminas, minerales y nutrientes son muy escasos o añadidos de forma artificial que no son absorbidos por el organismo.
En contra partida, la tendencia al aumento del sedentarismo en los niños hace que este problema se instaure en el organismo con mayor facilidad.
La OMS reconoce que la prevalencia creciente de la obesidad infantil se asocia fundamentalmente a la dieta malsana y a la escasa actividad física, pero no solo tiene que ver con el comportamiento del niño, sino también al desarrollo social y económico de la industria de la alimentación actual.
Las necesidades nutritivas para un niño en crecimiento, deberían ser:
– 50% proteína (animal de alta calidad 65% y el resto vegetal)
– 45-50% hidratos de carbono
– 30-35% grasas
Todo ello acompañado con una ingesta de agua constante durante todo el día, siempre que tenga sed. Hay que hacer especial hincapié en que beban agua natural, sin sabores, sin edulcorantes ni gaseosas o refrescos.
Otro puntal básico que debe formar parte de las medidas para combatir la obesidad es la práctica de actividad física. Tal y como establece la OMS esta actividad no debe ser inferior a 60 minutos diarios, alcanzando una intensidad moderada a vigorosa, siendo preferible su realización en grupo beneficiando al niño tanto en el ámbito de la salud como de las interrelaciones sociales, autoestima…
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