El 5º metatarsiano es un hueso largo localizado en el borde externo del pie y conectado con la falange del dedo meñique. Su fractura se puede producir en la ejecución de actividades cotidianas, aunque lo más frecuente es que se produzca dentro del ámbito deportivo. Ocurre sobre todo en aquellos deportes que requieran acciones de salto y desplazamiento, con cambios de ritmo y dirección. Por ejemplo, es habitual en el fútbol y en el baloncesto.
El mecanismo de producción en futbolistas está muy relacionado con el apoyo plantar alterado (por ejemplo, un pie cavo). También lo estará con la forma y suela del calzado deportivo utilizado (clavos o tacos por ejemplo). Este tipo de apoyo, hace que el peso se reparta de forma irregular, dejando desprotegido de apoyo el arco plantar externo.
Cuando se produce una fisura o fractura, ésta se puede localizar en diferentes zonas del hueso:
Esta fractura se puede producir por estrés (consecuencia de impactos repetidos) o de forma aguda (fractura repentina). En este último caso suele tratarse de una fractura-arrancamiento por contracción brusca del músculo peroneo lateral corto durante un movimiento de inversión del pie (cuando se lleva el pie hacia dentro). Puede ocurrir, por ejemplo, por una mala recepción al caer sobre el pie, por torcedura tras un salto o por una mala pisada en un terreno irregular. Para evitar este movimiento de inversión, los músculos peroneos se contraen de forma brusca y uno de ellos, el peroneo lateral corto, arranca el hueso en el que se inserta (la base del 5º metatarsiano).
Es común que ante la fractura del 5º metatarsiano se describa un dolor agudo. A la palpación se refiere un dolor y sensación de pinchazo en la base del 5º metatarsiano. Suele ir acompañado de inflamación, hematoma y dificultad o incapacidad para caminar. La imagen radiológica se utiliza para confirmar el diagnóstico.
En cuanto a su tratamiento, puede utilizarse el tratamiento conservador o el tratamiento quirúrgico. Generalmente esta lesión responde bien al tratamiento conservador. Aún así, requiere un tiempo prudencial de inmovilización para su consolidación definitiva (entre 4 y 6 semanas). El tratamiento quirúrgico está indicado únicamente en aquellos casos en los que se presenta una fractura conminuta, una fractura completa con desplazamiento o en casos en los que, tras un período de inmovilización, la fractura no se ha consolidado adecuadamente.
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