Coincidiendo con la entrada del verano, celebramos el Yellow Day, catalogado como el día más feliz del año.
La llegada del buen tiempo unido a que los días son más largos, nos produce una sensación de bienestar que incluso puede llegar a hacernos sentir eufóricos.
Este día surge como contrapunto al “Blue Monday”, el día más triste del año que se celebra siempre el tercer lunes de enero. Esta fecha es el resultado de una fórmula matemática, cuyas variables son el clima, las deudas que nos han dejado las Navidades, el sueldo del mes de enero y el tiempo transcurrido desde el final de la Navidad y desde la última vez que nos propusimos cumplir un propósito de Año Nuevo (dejar de fumar, ir al gimnasio, perder peso)
¿Por qué es el día más feliz?
El «Yellow Day» es el resultado de una combinación de factores meteorológicos y económico – sociales: aumentan las temperaturas, y las horas de luz natural, la llegada de las jornadas intensivas de verano, y en algunos casos, la paga extra. Según esta fórmula, este día estamos todos de mejor humor, más alegres, tenemos más ánimo y estamos más felices y contentos, en definitiva.
El día más alegre y optimista del año se basa, precisamente en el hecho de que es el que más horas solares tiene. Con las temperaturas más agradables y la antesala del verano con la vista puesta en el apetecible horizonte de las vacaciones estivales. Pero los expertos apuntan que el más importante de los motivos es, principalmente, el aumento de la producción de ciertas hormonas: dopamina, oxitocina, y, sobre todo, la serotonina.
Serotonina: la hormona de la felicidad.
La serotonina es un neurotransmisor que se libera principalmente en el tronco cerebral, concretamente en el mesencéfalo. Los cambios de luz solar a lo largo del año modifican los niveles de ciertas sustancias cerebrales, ente ellas, la serotonina: a más horas de sol y mayor luminosidad, menos problemas afectivos se producen, por ello se la relaciona directamente con la depresión estacional.
La renovación de la serotonina en el cerebro es menor en invierno, y su producción está directamente relacionada con la duración del tiempo de luz solar.
En la Antigua Grecia ya se hablaba de esta depresión estacional, Hipócrates la llamó “melancolía invernal”. Los psicólogos describen que sus principales síntomas son menos energía, pensamientos negativos, más irritabilidad, dificultad para conciliar el sueño… Las causas son multifactoriales, pero los profesionales coinciden en que la luz desempeña un papel importante. Estudios comparativos han mostrado, de hecho, que los habitantes del norte de EEUU y de Europa son más susceptibles a esta dolencia que los del sur, y una de las terapias recomendadas es viajar a sitios soleados durante el invierno.
Así pues, la exposición a la luz natural y aumentar la ingesta de ciertos alimentos como nueces, plátanos, chocolate amargo y lácteos, puede ayudarnos a elevar en cierto grado la producción de serotonina, con lo que conseguiremos ser un poquito más felices.