Con la entrada del nuevo año y los nuevos propósitos, en estos días muchos comenzaremos a realizar ejercicio. Una de las molestias que más comúnmente aparece en relación a su práctica, es el flato. En la literatura científica es conocido como “dolor abdominal transitorio” (DAT) provocado por el ejercicio.
El flato se define como un \”dolor agudo y punzante localizado en el área abdominal, generalmente en la zona lateral. Está asociado a la realización de movimientos repetitivos del torso y cuya sintomatología puede ser exacerbada durante el estado postpandrial”.
A pesar de que es experimentado por un gran número de deportistas, existen muy pocos estudios de calidad científica que hayan tratado de averiguar sus causas y proponer soluciones al respecto. Diferentes hipótesis han tratado de explicar el origen de este fenómeno, de manera que, vamos a ver cuáles son las más aceptadas. Os contaremos también, las distintas estrategias que parecen ser efectivas a la hora de tratarlo.
¿Cuáles son sus posibles causas?
1. Tipología del deportista. Se ha encontrado relación entre el origen del flato y la ortoestática postural. Esto quiere decir, que aquellas personas con una marcada actitud postural cifótica son claramente más susceptibles a padecer flato.
2. Estado postpandrial. Parece que la ingesta de líquidos o sólidos antes o durante la práctica deportiva, especialmente las bebidas hipertónicas con altas concentraciones de carbohidratos, provoca que, con mayor probabilidad, se puedan desencadenar episodios de flato.
3. Modalidad deportiva y tensión ligamentosa subdiafragmática. Se ha comprobado que en los deportes donde el tronco se traslada verticalmente, como en la carrera, el flato presenta una probabilidad mayor de aparición que en otros deportes como el ciclismo y el remo. Esto podría ser debido a que algunos de los ligamentos que se extienden desde el diafragma hasta la zona abdominal, y que soportan el peso de las vísceras, sufrirían un aumento de tensión por los movimientos y vibraciones, lo que provocaría el dolor del flato.
4. Irritación peritoneal. Dado que la membrana externa del peritoneo se encuentra adherida a la piel y la membrana interna está en contacto con los órganos, el flato aparecería como resultado de la irritación peritoneal provocada por la fricción entre ambas membranas.
¿Cómo podemos tratar el flato?
Partiendo de la base de que ninguna de las teorías expuestas ha sido científicamente confirmada, los principales estudios realizados sobre el flato aportan diversas estrategias que parecen tener cierta eficacia a la hora de aliviar sus síntomas e incluso pueden prevenir su aparición. Algunas de dichas estrategias son:
- Modificación del patrón respiratorio. Efectuar inspiraciones profundas o emplear la respiración abdominal son maniobras que pueden reducir la intensidad de los síntomas del DAT, una vez éste se ha manifestado.
- Movilización de la zona abdominal. Estirar la zona afectada, realizar flexiones profundas del tronco, aplicar presión manual sobre la zona o tratar de incrementar la tensión de la musculatura abdominal, mediante contracciones máximas voluntarias.
- Control dietético. Un recurso que parece efectivo a la hora de prevenir la aparición del flato sería evitar cualquier tipo de ingesta 1-2 horas antes de la práctica de ejercicio físico. Asimismo, evitar las bebidas ricas en carbohidratos y de alta osmolaridad, como los preparados a base de fruto concentrado.
- Manipulación torácica y espinal. En aquellos casos en los que se sospeche que tanto la alteración de la ortoestática postural como la excesiva tonicidad muscular pueden causar flato, un abordaje fisioterápico puede ayudar. Pueden realizarse técnicas de manipulación torácica y de movilización y estiramiento de la musculatura vertebral y abdominal (especialmente del psoas-ilíaco y del cuadrado lumbar). Dichas técnicas, podrían reducir significativamente el impacto del flato.
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