Rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla ¿En qué consiste esta lesión?

La articulación de la rodilla nos permite tener mucha movilidad al mismo tiempo que nos proporciona una gran estabilidad. Son dos aspectos que en un principio chocan entre sí. Al ser una articulación intermedia, su exposición a traumatismos y sus exigencias funcionales pueden provocar daños muy graves en ella. Por ese motivo, está dotada de un aparato capsuloligamentoso muy desarrollado. Dentro de este aparato, el compartimento central es el que cobra mayor importancia. Está compuesto por los dos ligamentos cruzados: el ligamento cruzado anterior (LCA) y el ligamento cruzado posterior (LCP). Son los encargados de regular la movilidad articular y los órganos sensores que informan de la posición de la rodilla. Ambos son ligamentos cortos, con poca reserva de elasticidad.

El ligamento cruzado anterior tiene cinco funciones: frena el desplazamiento anterior de la tibia, limita la rotación interna, limita el valgo de rodilla, frena la hiperextensión y proporciona información propioceptiva.

Las lesiones del LCA son una auténtica epidemia en el mundo civilizado actual por diferentes razones:

  • La necesidad de la vida moderna que exige una rodilla que funcione bien.
  • El aumento del número de horas y de practicantes de deporte, con edades de inicio cada vez menores.
  • La exigencia de la competición y el deseo de resultados.

¿Cómo se produce la rotura?

El movimiento de la rodilla en el que el LCA se rompe se desarrolla en cadena cinética cerrada (con el pie apoyado). Consiste en un movimiento de VALGO (la rodilla se va hacia dentro) combinado con una FLEXIÓN de rodilla y una ROTACIÓN EXTERNA de tibia.

Después de sufrir un evento traumático con las características descritas anteriormente, si el afectado es el ligamento cruzado anterior se puede observar la siguiente sintomatología:

  • Dolor.
  • Derrame (la rodilla se llena de líquido).
  • Impotencia funcional.
  • Atrofia de cuádriceps.
  • Inestabilidad.

¿Qué hacer después de la cirugía?

Tras la cirugía, el principal objetivo será conseguir la extensión completa de la rodilla lo más rápido posible. Durante las primeras 6 semanas el trabajo de fisioterapia se centra en ganar la mayor movilidad posible con un trabajo pasivo.  Comenzaremos con  el apoyo propioceptivo y la carga parcial a partir de  la segunda semana.  Posteriormente, el trabajo se centrará en aumentar el apoyo en la rodilla de manera progresiva hasta retirar la muleta.

Tras este periodo iniciamos el proceso de potenciación y trabajo propioceptivo. Dicho trabajo lo realizamos mediante ejercicios sobre diferentes densidades. Nuestro cuerpo irá adquiriendo mayor corrección postural y mejorando las reacciones ante diferentes estímulos a la vez que protegemos la articulación.

Finalmente iniciaremos la actividad física aeróbica con carrera continua suave.

Como es de entender, cada paciente es único y por lo tanto las necesidades y plazos se establecen en función de cada caso. De ahí la importancia de acudir a un profesional que adapte todo el proceso de recuperación a las características propias de cada paciente y objetivo.

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