¿Qué es la artritis reumatoide?

La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria autoinmune crónica que afecta a las articulaciones. La forma en la que se presenta es dolor, inflamación, rigidez y pérdida de la funcionalidad de las mismas. Puede afectar a cualquier articulación, pero es más común en las muñecas y los dedos.

El avance propio de la enfermedad y la ausencia de tratamiento adecuado, puede causar, en fases avanzadas, importantes limitaciones físicas, que afectan drásticamente a la calidad de vida del paciente.

¿Por qué se desarrolla la artritis reumatoide?

En una persona sana el sistema inmunitario ataca a los elementos extraños del cuerpo creando un proceso inflamatorio. En una enfermedad autoinmune, el sistema inmunitario envía por error la inflamación a los tejidos saludables, entre ellos las articulaciones. Este es el caso de artritis reumatoide.

¿Cuál es su incidencia?

La frecuencia de la artritis reumatoide varía entre países, sexo y edad. La incidencia indica que la padecen más mujeres que hombres siendo común en adultos mayores con una edad de inicio entre los 40 y 60 años de edad. La enfermedad se puede padecer por un corto periodo y los síntomas pueden aparecer y desaparecer, aunque si la enfermedad tiene lugar de forma severa puede durar toda la vida.

Pese a lo citado, hay que tener presente que puede aparecer en cualquier periodo de la vida, sin excluir la infancia ni la adolescencia.

¿Quién puede padecer artritis reumatoide?

Si bien se desconoce la causa de la artritis reumatoide, sí existe evidencia de que las enfermedades autoinmunes tienen un componente genético, apuntando a varios genes como responsables de su aparición. Dentro de los factores no genéticos los más relevantes son la influencia del ambiente, las hormonas femeninas, las infecciones, el tabaquismo, el estrés, el tipo de alimentación y la obesidad.

Actualmente los científicos investigan otros posibles factores causales, que consigan explicar cómo ninguno de los factores mencionados anteriormente tienen una influencia determinante en la aparición y la evolución de la artritis reumatoide.

¿En qué consiste esta enfermedad?

La artritis reumatoide afecta principalmente a las articulaciones, pero también se pueden ver afectados los ojos, la boca, la piel, los vasos sanguíneos, los huesos y órganos tales como los pulmones y el corazón. Se manifiesta típicamente por dolor, tumefacción y rigidez o dificultad de movimiento. El dolor suele durar todo el día, intensificándose durante la noche y con el reposo. En cuanto a la rigidez, suele ser generalizada y más intensa al levantarse. La persona que lo padece refiere cansancio, sensación de malestar, fiebre ligera, inapetencia y pérdida de peso corporal.

La evolución del trastorno es muy variable, ya que en algunas personas el avance se detiene de forma espontánea, mientras que en otras progresa a lo largo de toda la vida, alternando períodos sintomáticos que suelen durar semanas o meses y períodos asintomáticos.

¿Cómo podemos diagnosticarla?

El diagnóstico de la artritis reumatoide se produce mediante análisis de sangre, examen de articulaciones y órganos, radiografías, resonancias magnéticas, etc. No hay una única prueba que sirva para dar un diagnóstico.

 

¿Cuál es el tratamiento de la artritis reumatoide?

Aún no se dispone de un tratamiento que permita curar la enfermedad. En conjunto, todas las medidas terapéuticas disponibles en la actualidad permiten aliviar los síntomas. Con ello se consigue  un aumento en la calidad de vida de los pacientes.

Los mejores resultados se consiguen con un diagnóstico precoz, estableciendo el tratamiento en las fases iniciales de la enfermedad. También es importante hacer un seguimiento periódico del paciente con el propósito de controlar la evolución de la enfermedad. El tratamiento irá encaminado a disminuir el dolor y la inflamación de las articulaciones.

Es importante mantener una vida activa la mayor parte del tiempo, disminuyendo la actividad física cuando la enfermedad empeora. En esos momentos, hacer ejercicios suaves mantendrá la flexibilidad en las articulaciones. Cuando el paciente se sienta mejor, se le recomendará realizar ejercicios de bajo impacto y que aumenten su fuerza muscular.

En los últimos años se ha producido un gran avance en el conocimiento de los mecanismos y elementos involucrados en las enfermedades inflamatorias. De este modo ha permitido mejorar de manera notable el pronóstico de la enfermedad y, con ello, el tratamiento.

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