La Enfermedad de Parkinson afecta al sistema nervioso en el área encargada de coordinar la actividad, el tono muscular y los movimientos. Se trata de un proceso crónico que tienen su origen en la degeneración y muerte progresiva de unas neuronas, las dopaminérgicas, cuyo neurotransmisor primario es la dopamina y que cumplen funciones en el sistema nervioso.
Los síntomas de la enfermedad de Parkinson se manifiestan una vez se produce una importante pérdida de las neuronas encargadas de controlar y coordinar los movimientos y el tono muscular. A diferencia de otras enfermedades, se trata de un progreso lento e invalidan, tanto física como cognitiva y socialmente.
En cuanto al volumen de afectados, se estima que es el 1% de la población mayor de 50 años, siendo la media de edad de inicio entre los 60 y 65 años.
¿Cuáles son sus principales síntomas?
Además del temblor en reposo, quizás el síntoma más conocido, existen otros síntomas importantes propios de la enfermedad.
El temblor en reposo
Dicho síntoma está presente en alrededor de un 70% de los pacientes. Suele presentarse de forma característica durante el reposo, ya que desaparece al adoptar una postura o al ejecutar una acción. Afecta principalmente a las extremidades superiores, siendo menos frecuente la afectación a extremidades inferiores y a la cabeza. Algunos aspectos que hacen empeorar este síntoma son el cansancio, la ansiedad y los fármacos estimulantes del sistema nervioso. Durante el día, varía la intensidad y amplitud del temblor, llegando a desaparecer durante el sueño.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que existen otras causas de padecer temblores y no todas las personas con temblor padecen Parkinson.
La lentitud de movimientos o bradicinesia
Presente en en fases iniciales de la enfermedad con actividades que requieren cierta habilidad o precisión, a medida que avanza la enfermedad se puede hacer más evidente y puede aparecer en actividades de menos precisión.
La rigidez o aumento de tono muscular produce dolor a nivel de cuello, espalda u hombros o incluso calambres musculares debidos a la postura estática y flexionada de las articulaciones.
Los trastornos posturales
La postura habitual del paciente tiende a la flexión del tronco, de la cabeza y de las cuatro extremidades. Además, la marcha también se altera tendiendo a la propulsión y a realizar pasos cortos. En periodos avanzados de la enfermedad, el paciente puede presentar bloqueos de la marcha con pasos pequeños sin apenas desplazamiento y con una gran inestabilidad para girar. Estos bloqueos de la marcha pueden dar lugar fácilmente a caídas. Los trastornos posturales y de la marcha aumentan en los lugares estrechos y mejoran en los amplios y poco concurridos.
Además de los síntomas propios de la enfermedad, cabe destacar aquellos asociados o secundarios como pueden ser cambios en el tono de voz, cambios en el semblante, ansiedad, depresión, insomnio, hormigueos e incluso, dolor en alguna extremidad, estreñimiento, alteraciones cutáneas, disminución del sentido del olfato, etc.
¿Qué papel tiene la fisioterapia en pacientes de parkinson?
El papel como fisioterapeuta es ser capaz de evaluar distintos aspectos durante la enfermedad como pueden ser:
- Signos motores y signos no motores
- Las distintas etapas de la enfermedad
- Los efectos secundarios de la medicación
- El impacto de los signos clínicos de la enfermedad sobre la funcionalidad y la calidad de vida de los pacientes
- La realización de los análisis clínicos apropiados
- La recopilación de datos completa (cumplimiento de la medicación, el nivel de actividad habitual, estilo de vida, etc.)
- El nivel funcional y el apoyo social del paciente
- Los objetivos y/o expectativas del paciente.
¿Cuáles deben ser los objetivos del tratamiento?
El tratamiento está enfocado a mejorar el estado físico y a retrasar la progresión de los síntomas motores. Con ello buscamos un mayor grado de autonomía para realizar actividades cotidianas que impliquen movilidad (levantarse, asearse, vestirse, pasear…). La fisioterapia ayuda a rehabilitar la marcha, superar bloqueos, facilitar los cambios posturales, mantener la amplitud de movimiento y la elasticidad muscular, y a disminuir las molestias físicas derivadas de otros síntomas que aparecen durante la evolución de la enfermedad.
Los objetivos del tratamiento son:
- Reeducar patrones de movimiento que están alterados o disminuidos.
- Mejorar la movilidad corporal general necesaria para la realización de las actividades de la vida diaria. Trabajo en los últimos grados de amplitud articular.
- Entrenamiento de la marcha, técnicas para superar los bloqueos.
- Trabajo de elasticidad, fuerza y tono muscular.
- Reeducar la postura, para prevenir así dolores derivados de malas posiciones mantenidas.
- Fisioterapia respiratoria, manteniendo y/o mejorando los volúmenes respiratorios, comprometidos por la rigidez y la dificultad de movilidad torácica.
- Entrenamiento de las reacciones de enderezamiento y equilibrio, estático y dinámico.
- Aprendizaje de técnicas de relajación.
- Estimulación sensitiva y propioceptiva encaminada a recuperar el esquema corporal.
- Mejorar la coordinación y la motricidad fina.
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