Como comentamos en el artículo anterior, este año nuestro propósito deberá basarse en la adquisición de hábitos. Según la RAE, un hábito es la forma de proceder adquirido por la repetición de actos u originado por tendencias instintivas. Por lo tanto, el éxito será alcanzar ese automatismo sin necesidad que requiera un esfuerzo extra por nuestra parte.
La sabiduría popular ha considerado 21 días como el plazo que nuestro cerebro necesita para convertir una actividad en hábito. Sin embargo, los últimos estudios indican que realmente son 66 días. Aunque puede parecer mucho tiempo, debemos considerar si 2 meses es demasiado para el cambio de vida que puede suponer.
Principales hábitos para una alimentación sana:
Como os indicamos en el artículo anterior, os proponemos convertir algunos aspectos en hábitos que nos facilite conseguir el objetivo final.
Tómate en serio la hidratación de tu cuerpo.
El 65% del peso corporal es agua, aunque varía dependiendo de la edad del individuo. Un recién nacido puede llegar a representar un 75% de su cuerpo, mientras que un anciano puede llegar tan solo a representar un 35%.
El agua es indispensable en todos los procesos que se llevan a cabo en el organismo, tanto de regeneración como de eliminación. En condiciones normales se pierden 2,5L de agua diarios, que se incrementan cuando se realiza actividad física. Por lo tanto, la cantidad de agua que entra en el organismo tiene que ser igual o superior para evitar la deshidratación de los tejidos y el colapso circulatorio.
Una mala hidratación prolongada en el tiempo puede tener como resultado lesiones tales como:
- Tendinopatías de repetición o crónicas
- Contracturas musculares recurrentes
- Fatiga, bajo rendimiento físico e intelectual
- Dolor
Así como consecuencias permanentes como la osteoporosis. Para evitar esto, es crucial mantenerse hidratado a lo largo del día. Especialmente bebiendo a intervalos, entre comidas y al levantarse, alrededor de un litro y medio al día.
Tip en ayunas que cambiará tu día: agua tibia con limón
Este pequeño gesto al despertarte puede cambiar la dinámica de tu organismo, que te lo agradecerá encarecidamente debido a sus numerosos beneficios. Dada nuestra alimentación, estrés y actividad física deficiente, nuestro organismo tiende a la acidez tisular. Es más frecuente en los países desarrollados por el hábito de comer proteína animal en comida y cena. Cuando nuestro organismo se encuentra en situación de acidosis, el agua que bebemos no es asimilada, y se orina sin apenas absorberse. Además, este agua arrastra minerales (sobre todo calcio), con lo cuál nos ocasiona un estado de deshidratación y una carencia de minerales importante, empeorando la acidez tisular y creando un círculo vicioso.
Para contrarrestar este efecto, os proponemos un sencillo truco, que es tomar en ayunas el zumo de medio limón exprimido en un vaso de agua (preferiblemente caliente). Sus beneficios son muchos:
- Eliminar toxinas acumuladas durante la noche
- Mejorar hidratación del organismo
- Mantener el equilibrio interno
- Mejorar el tránsito intestinal (gastritis, estreñimiento..)
- Combatir la infección urinaria, ya que equilibra el pH creando un ambiente más alcalino en el tracto urinario. Este hecho favorece la eliminación de bacterias.
- Reforzar el sistema inmunológico, gracias al poder de la vitamina C.
- Mejorar problemas de ácido úrico, ayudando a reducir los cristales asociados a la gota.
Aprende a comer de manera saludable y olvídate de dietas
Una dieta sana es aquella que proporciona al organismo los niveles óptimos de nutrientes para su mantenimiento y regeneración, y mantiene bajos los niveles de toxinas provenientes de alimentos perjudiciales. Debemos tener en cuenta que los nutrientes no sólo proporcionan energía al organismo, si no que en función de su calidad, tienen el poder de ayudar a la auto-regeneración, o por el contrario, favorecer la degeneración o mutación celular.
Una alimentación equilibrada en una persona “sana” debe de componerse de una amplia base de hidratos de carbono complejos (cereales integrales, pan integral, pasta integral, arroz integral, patatas y legumbres, etc.). A continuación, deberemos complementar esta base con una gran cantidad de fruta y verdura de temporada, que contienen la fibra, vitaminas y mineral necesarios para el correcto funcionamiento del organismo. Como fuente de ácidos grasos saludables, recomendamos aceites vegetales o refinados y pescado azul. Alimentos como los lácteos o la carne roja deberían consumirse sólo de forma eventual. Otros como el azúcar, los alimentos procesados o las grasas trans, deberíamos evitarlos.
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