El día a día con un linfedema

Hoy hablaremos sobre el linfedema, una de las posibles secuelas del cáncer de mama. Tras la gran victoria que supone superar un cáncer de mama, el camino de vuelta a la normalidad no es fácil. Las posibles secuelas del tratamiento hacen que nuestra “vida normal” sea diferente a la que teníamos antes de la enfermedad.

De los posibles efectos del tratamiento, el linfedema es uno de los más conocidos. Esta dolencia consiste en la imposibilidad de nuestro sistema linfático de drenar de manera correcta.  Se puede producir una retención de linfa que desencadene en la hinchazón de la zona.

¿Voy yo a padecer un linfedema?

En el caso del cáncer de mama, el miembro afectado es el brazo. La razón es la afectación de los vasos linfáticos tras una mastectomía con linfadenectomía. Este hecho, no indica que todas aquellas pacientes que necesiten de cirugía durante su enfermedad desarrollen un linfedema.

Sin embargo, sí deberemos tomar conciencia de esa posibilidad. Habrá que estar pendientes de posibles sensaciones diferentes. Por ejemplo pesadez del brazo o endurecimiento de alguna zona del mismo.

¿Cómo cambia mi día a día?

Aunque de cara al exterior, el linfedema se aprecia como una hinchazón del brazo afectado, los dolores y la sensibilidad pueden hacernos cambiar nuestra forma de realizar aspectos cotidianos.

El simple hecho de coger peso, utilizar productos tóxicos (productos de limpieza) o llevar ropa ajustada o pulseras y relojes pueden empeorar el estado de nuestro brazo. Mayor importancia adquiere protegernos de picaduras, heridas o quemaduras accidentales que puedan ser una vía de infección.

Por ello, accidentes domésticos como quemarnos o arañarnos con nuestra mascota pueden resultar una fuente de complicaciones.

¿Qué puedo hacer para mejorarlo?

Debemos saber que el linfedema es un trastorno crónico. Nuestros esfuerzos deben ir encaminados a controlarlo en la mayor medida posible. El objetivo es conseguir que sea lo menos limitante posible.

Al igual que otras patologías, la prevención y el tratamiento precoz será indispensable para un tratamiento satisfactorio. La alimentación, el deporte y el tratamiento fisioterapéutico son las tres bases sobre las que deberemos incidir.

En el caso de la alimentación, la toxicidad de lo que ingerimos influye en el esfuerzo que debe realizar nuestro sistema linfático. Podemos llegar incluso a colapsarlo. Por ello, deberemos evitar el consumo de carnes rojas, azúcar, grasas trans, tabaco y alcohol…

Desde el punto de vista físico, la práctica deportiva y el tratamiento fisioterapéutico también ayudan a controlar el linfedema. El tratamiento fisioterapeútico específico para el linfedema, se conoce como drenaje linfático. Dicho tratamiento, ayuda a favorecer la descongestión. Consigue reducir la cantidad de linfa acumulada y por ende la hinchazón de nuestro brazo.

En cuanto a la práctica deportiva, el Pilates y la natación son los más recomendados. En el caso del Pilates, la posibilidad de adaptar los ejercicios en intensidad y esfuerzo le hacen una de las opciones más beneficiosas.

Desde Clínicas Om, queremos incidir en la necesidad de que todo tratamiento fisioterapéutico sea realizado por un profesional especializado en esta dolencia. Por ello, ponemos a tu disposición fisioterapeutas especializados tanto en la técnica de drenaje linfático como en la enseñanza de Pilates adaptado.

 

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