¿Cómo funciona nuestro reloj biológico?

Los tres estadounidenses galardonados con el premio Nobel de Medicina este año, han conseguido, tras años de investigación, aislar el gen que controla el reloj biológico diario. Dicho gen, codifica una proteína que se acumula en las células durante la noche y las degrada durante el día. Este período oscila en sincronía con el ritmo circadiano del individuo.

También han puesto de manifiesto, que los mecanismos que marcan los distintos ritmos biológicos son muy similares en plantas, animales, seres humanos e incluso algunas bacterias. Esto significa, que todo ser vivo adapta su ritmo biológico para que se sincronice con las revoluciones de La Tierra.

La mayoría de las funciones vitales del ser humano obedecen al ritmo circadiano. Esta situación implica, que sus valores no son constantes, sino que varían a lo largo del día y repiten sus patrones en ciclos de 24 horas. El sueño, la alimentación, la presión arterial y los niveles hormonales están regulados por relojes internos que nos ayudan a adaptarnos a los cambios de nuestro entorno, como los ciclos de luz y oscuridad.

¿Cuál es el funcionamiento del reloj biológico?

Existe un reloj principal que, conectado con los ojos, recibe información sobre la presencia, o no, de luz natural. Este reloj se sincroniza con otros periféricos situados en el corazón, el hígado y el riñón. Ellos se encargan, por ejemplo, de ordenar y coordinar el aumento de la producción de melatonina, hormona que pone en marcha el proceso natural del cuerpo de “irse a dormir”. En función de la fase en la que nos encontramos el cuerpo actúa de manera diferente.

Fase matutina

  • Disminución de la secreción de melatonina y serotonina.
  • Aumento de hormonas estimulantes, lo que crea un estado de alerta, incrementa la capacidad de concentración, genera más energía física y aumenta la temperatura y la tensión arterial.

Fase nocturna

  • Incremento de la melatonina y serotonina: inducen el sueño y generan sensación de bienestar y tranquilidad.
  • Aumento de la producción de hormonas implicadas directamente en el crecimiento y la reproducción.
  • Se frena la producción de hormonas estimulantes (cortisol, noradrenalina, adrenalina…). Esto provoca una disminución de la capacidad cognitiva y de atención. Así como, reduce también la presión arterial, temperatura y metabolismo.

Un ritmo circadiano mal regulado o sincronizado puede provocar insomnio, fatiga, incapacidad para concentrarse y descontrol hormonal entre otros.

¿Cómo ayudar a tu reloj biológico a “ponerse en hora”?

 Al igual que nuestros hábitos de vida pueden alterar dicho \»reloj\», también podemos ayudar a adecuarlo a los tiempos naturales. Algunas rutinas que podemos adoptar son:

  • Mantener horarios fijos para dormir y despertar y hacer las diferentes comidas del día.
  • Evitar la exposición a luces intensas y brillantes durante las primeras y últimas horas del día, sobre todo antes de acostarse.
  • Dormir en completa oscuridad y en silencio.
  • No ver la televisión ni estar con el ordenador, móvil o cualquier otro dispositivo electrónico por lo menos una hora antes de irse a dormir.
  • Aumentar la exposición al sol durante el día pasando más tiempo al aire libre. Esto hace que por la noche el aumento de secreción de melatonina sea mayor.

El descubrimiento de este mecanismo podrá ayudar a la comunidad científica a saber por qué un fármaco es más potente o más tóxico a una hora u otra, o a conocer el engranaje perfecto que hace que las células madre de la piel no se dividan en franjas horarias en las que el daño ultravioleta es mayor. Esto abre una puerta a nuevas líneas de investigación en el tratamiento y prevención del cáncer, ya que estos ritmos aparecen alterados en determinados tipos de cáncer, pero todavía se desconoce si estas alteraciones son causa o consecuencia.

 

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